
Orville Peck no solo lleva una máscara con flecos; encarna una visión romántica y cinematográfica del Lejano Oeste americano, filtrada a través de una lente queer. Este enigmático crooner country, envuelto en misterio y bañado en reverberación, se ha forjado un nicho singular. El sonido de Peck es un potente cóctel de country clásico, que evoca la arrogancia barítono de Johnny Cash y el drama operístico de Roy Orbison, aderezado con la sensibilidad alternativa de artistas como Nick Cave. Su álbum debut, *Pony* (2019), sirvió como una impactante introducción, mostrando su destreza como compositor y su vulnerabilidad, al tiempo que consolidaba su estética distintiva. El momento decisivo llegó con el amplio reconocimiento de la crítica y un ferviente séquito atraído por su autenticidad y su negativa a conformarse. La influencia de Peck se extiende más allá de la música; desafía la masculinidad tradicional dentro de la música country, ofreciendo representación y visibilidad. Las colaboraciones con artistas como Shania Twain y Trixie Mattel subrayan aún más su atractivo que trasciende géneros y su aceptación por el público general. Con su trabajo reciente, incluyendo el álbum *Bronco* (2022) y las giras continuas, Peck continúa explorando temas de anhelo, amor y la carretera, consolidando su posición como una de las voces más convincentes e innovadoras del country contemporáneo.