Miel de Montagne no es el típico artista pop; es un pintor de paisajes sonoros, dibujando escenas vibrantes de la vida contemporánea con sintetizadores, ingenio agudo y una sinceridad que desarma. Emergiendo de la escena indie francesa, Miel de Montagne (cuyo nombre real es Mathilde Fernandez) crea una electrónica melancólica, pero innegablemente pegadiza, teñida de sensibilidades indie-pop. Se le ha comparado con grupos como Phoenix y Metronomy, pero sus letras, entregadas con una facilidad conversacional, anclan su música en un encanto distintivamente galo. Su gran avance se produjo con el lanzamiento de su álbum debut homónimo, elogiado por sus ansiedades identificables y sus temas introspectivos, todo ello con el telón de fondo de sintetizadores brillantes y melodías contagiosas. Miel de Montagne no rehúye abordar las luchas cotidianas (el amor, la pérdida y la angustia existencial), pero lo hace con una ligereza que hace que su música sea a la vez conmovedora y edificante. Su entrega vocal distintiva y sus composiciones accesibles han resonado en un público joven, convirtiéndolo en una estrella en ascenso en la escena indie francesa. Sus proyectos recientes implican la exploración de temas como la naturaleza y la tecnología, lo que apunta a una evolución continua del sonido y el tema, asegurando su lugar como una voz relevante y convincente. Las colaboraciones con artistas de diversos ámbitos electrónicos e independientes consolidan aún más su posición como un músico solicitado e innovador.