
Como una power ballad forjada en las profundidades de una fábrica de robots, Gigatrón detona en la escena con un estruendo sónico de metal absurdo. Este conjunto español no solo toca metal; lo empuñan como un arma de comentario satírico, diseccionando la cultura pop, las normas sociales y, con mayor frecuencia, a sí mismos con la lengua firmemente metida en la mejilla. Su sonido es una potente mezcla de la grandilocuencia del heavy metal, la teatralidad del glam rock y una buena dosis de la energía desafiante del punk, que recuerda a bandas como Spinal Tap, Rammstein e incluso quizás una pizca de Tenacious D, si hubieran sido criados con paella y ciencia ficción. El ascenso de Gigatrón comenzó a principios de la década de 2000, construyendo una base de seguidores dedicados con sus electrizantes presentaciones en vivo y letras descaradamente extrañas. Los momentos clave incluyen su álbum revelación, que los catapultó al centro de atención nacional, y sus actuaciones escénicas consistentemente extravagantes, con disfraces, accesorios y teatralidad que rivalizan con un Cirque du Soleil de heavy metal. Más allá de la música, su impacto cultural radica en su capacidad para parodiar el mismo género que habitan, creando un espacio para la risa y la autoconciencia dentro del mundo, a menudo serio, del heavy metal. Su trabajo ha sido aclamado por la crítica como una brillante sátira. Si bien las colaboraciones específicas siguen siendo menos conocidas, el impacto de Gigatrón en la escena del metal español es innegable, influyendo en una nueva ola de bandas que se atreven a mezclar el humor con riffs pesados. Con su marca única de caos metálico, Gigatrón continúa grabando música y girando, demostrando que el heavy metal puede ser a la vez increíblemente genial e histéricamente divertido.
Este artista no tiene ninguna actuación programada en un festival.